viernes, 30 de marzo de 2018



Nos une, pues, la angustia de un idéntico afán...

Juana de Ibarbourou

El 8 de marzo de 1892 en la ciudad de Melo (Uruguay) comenzaría a latir la poesía con la llegada de Juana Fernández Morales, hija del matrimonio español entre Vicente Fernández y Valentina Morales. Hasta los 18 años su vida transcurriría en el parsimonioso y colorido ritmo del campo, pues la familia se trasladaría Montevideo. Poco a poco la poeta tuvo que ir venciendo la resistencia al ruido y el afán de la capital, que después de mucho tiempo llegaría a abrazar como “su ciudad”. Entre 1918 y 1922, durante su primera estancia en Montevideo, comenzaría a escribir y a publicar sus primeras obras: Las lenguas de diamante (1919), El cántaro fresco (1920) y Raíz salvaje (1922), y las firmaría como Juana de Ibarbourou, ya que en 1912 había contraído matrimonio con el capitán Lucas Ibarbourou. Su poesía alcanzaría tal reconocimiento que en 1929 le otorgarían el título de Juana de América en el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo. Entre 1930 y 1950 haría un receso en la poesía para dedicarse a la prosa y publicaría libros como Loores de Nuestra Señora y Estampas de la Biblia (1934), Chico Carlo (1944) y la obra teatral Sueños de Natacha (1945). En 1950 retomaría la poesía con Perdida. Su obra ha tenido gran resonancia a nivel intelectual, cultural, nacional e internacional: el 3 de octubre de 1947 la invitarían a hacer parte de la Academia Nacional de Letras, en 1950 presidiría la Sociedad Uruguaya de Escritores, en 1955 el Instituto de Cultura Hispánica de Madrid premiaría su producción literaria y en 1959 sería galardonada con el Gran Premio Nacional de Literatura. El 15 de julio de 1979 en Montevideo partiría de este mundo, al sentir que “Se me acerca la tierra del descanso /  final, bajo los árboles erectos, / los cipreses aquellos que he cantado / y veo ahora en guardia de los muertos” (Hora morada). Su velación se llevó a cabo en el Salón de los Pasos Perdidos y tuvo el privilegio de ser la primera mujer uruguaya en ser enterrada con honores de ministro de Estado.



Fuente de la imagen: Espacio Latino

Entre su producción literaria también se encuentran: Ejemplario (1928), La rosa de los vientos (1930), San Francisco de Asís (1935), Azor (1953), Mensaje del escriba (1953), Romances del destino (1955), Oro y tormenta (1956), Canto rodado (1958), Angor Dei (1967), La pasajera: diario de una isleña Elegía (1967), Juan Soldado (1971).