lunes, 2 de agosto de 2010

Análisis crítico poema: Ecuación



Este poema inaugura con la violencia de un sonido a punto de estallar. La poeta está jugando con el lenguaje. Se da lugar a la sinestesia por medio de la construcción de una imagen, el lobo sacando los dientes, que se mezcla con el sonido, el aullido del animal. A través de éste la palabra cobra mayor consistencia. No se trata de la palabra significado sino de una palabra sonido puro, lenguaje de los lobos. La palabra se ha dotado de una nueva codificación, dictada por el sonido onomatopéyico. A partir de ahora no se trata de etimologías sino que se ha dado lugar a un lenguaje más primitivo. No alude a racionalidad sino a instinto.
Por otro lado, la escena se ha congelado. Ha quedado suspendida en el instante en que el lobo está empezando a gruñir para  avisar que un cambio se está avecinando en la naturaleza. El lobo está mirando hacia el cielo y ve la transición cíclica del día a la noche. No obstante, en la segunda estrofa se presenta el detonante del aullido del lobo, la noche. Se produce un efecto de lentitud que remite al recorrido de veinticuatro horas y al día como estela suprema. Es decir, se trata de una escena en la que el día camina hacia la noche hasta que choca con la luna llena –la excitación de los lobos sugiere que se trata de ésta– que absorbe todo el brillo del día para sobresalir en la penumbra que ha provocado. Cabe destacar que la violencia del choque se acentúa con las palabras empleadas por la poeta. Se repite el sonido de la LL, lo que genera la sensación de zumbido. En este caso, signa la onda expansiva que vibra como consecuencia del choque. Además, el contraste entre las palabras callada y encalla sugiere el encuentro entre el silencio y el ruido, la calma y la violencia, lo estable y lo inestable. Se trata de un choque que ha dejado algunos vestigios tras de sí, constelaciones.
En este caso, se ha dado lugar a la constelación que contiene  a Venus. Con la potencia de su brillo se ha constituido un cuerpo resplandeciente, aunque no tanto como la luna. De este modo, con la presencia del brillo que compite con la noche se advierte un juego de contrastes creado por la poeta. Se trata del contraste brillo-oscuridad. El espacio en blanco que la poeta deja antes del último verso indica  la estela blanca dibujada en el cielo.
Se han comenzado a retratar formas resplandecientes y el cielo ha surgido como un tablero que permite apreciar un juego forjado a partir de una ecuación. Alude a la suma de la tierra, lobos, con el cielo, la noche y su luna. El resultado remite al principio, el aullido, por lo que se trata de un poema circular. Los lobos a partir de las cantidades celestes se han excitado y han emitido un ruido –una nueva palabra–. Aun, yendo más lejos, los lobos han comenzado a aullar porque han acabado de ver  a su presa  lista en el cielo, a punto de correr.
Finalmente el poema queda en la suspensión de esta escena. Deja un ambiente de tensión, lo que signa también un tiempo eterno que determina el carácter circular del poema. De este modo, el cordero remite al lobo, el principio y el lobo al cordero, el final. 

Ecuación

ÁRMASE una palabra en la boca del lobo
y  la palabra muerde.

En el movedizo fulgor del cielo
hacia el ocaso,
callada encalla, se vuelve brillo,
es Venus:

                    cordera que encandece.

Obra: "Procura de lo imposible"