miércoles, 17 de marzo de 2010

Poemas, aparte "La guerra de los huertos"


Poema 8

Si en la noche oigo ladrar los perros, mi corazón se parte; si
los oigo clamar lejanamente mi corazón se detiene, apresurado.
Y torno a la huerta antigua, el jardín de aquellos años, el
aroma a arveja, las vacas, los caballos que pastan en la luna.
Entonces, los hombres se reúnen bajo el olivar, charlan de la próxima
cosecha, de los fantasmas que en esa época acuden como
pájaros, los espectros con alas de sábanas, y se roban todo el fruto.
    Me acerco a las cómodas, las dulceras con sus higos y sus
lilas. (En la cama ¿quién se halla? ¿Es un viejo? ¿Es una novia?)
     Voy a la casa, a las fogatas.Si en la noche, un perro ladra,
torno a ver la muerte, vuelvo a ver la vida.


Poema 25

No hay más bello canto que el de los perros en lo hondo de la
noche. Me hace girar el tiempo; me vuelve la vieja casa. Estoy de
pie al lado de mamá. No sé de dónde vengo, ni a dónde voy, ni me
lo pregunto, tampoco. Recién salgo de la tierra, soy una papa
esplendorosa y triste, que de pronto, se cubre de alas, ramas de
pimpollos, cabello largo; hablo con mamá, le pido un plato,
un saco; viene papá, me cuenta cuentos; pasan la luna, los murciélagos
vuelan las liebres arriba del arvejal; pasan los peones, los ladrones,
fuman, cambian pequeños gritos raros. Vecinos de las
más lejanas chacras, acuden a casa, cruzan las habitaciones; pero
cambiados por bichos, parecen murciélagos, ratones, nos comen
todos los vestidos, los papeles, nos espían, nos escuchan; luego,
se van.
      Cantan los perros en lo hondo de la noche,
                                 adentro de la eternidad.


Obra:  Los papeles salvajes 

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